[...] pinta con delicadeza y valentía intransferibles. Pinta como es, con la misma necesidad esencial de la palpitación de su pulso. Crea con dos realidades, ambas verdaderas y soñadas a la vez. No sólo soñadas, sino construidas, como entregadas a la vida por la existencia que ella impone en las formas, vigorosas y desvanecidas; en las actitudes, elaboradas con espléndida desenvoltura; en pinceladas que recrean las luces de alboradas imposibles y, con simultaneidad, asombrosamente, se engarfian en unos ojos de cándida precisión escalofriante o en un escorzo donde sólo hay verdad.